Con los crampones puestos
Eran las ocho menos diez de la mañana del sábado 17 de marzo cuando Pedro Udaondo, sufrió un resbalón fatal que le hizo precipitarse por la montaña que pensaba escalar. Estaba en sus queridos Picos de Europa, en el Corredor del Marqués, en la Peña Santa de Enol y a sus 72 años seguía en activo. Era uno de los últimos grandes alpinistas, uno de esos resistentes que en los duros tiempos de la posguerra mantuvo la llama del alpinismo en España. Y ha muerto como los grandes, como Terray, Mallory, Buhl y tantos otros: con los crampones puestos, en el lugar que más quería y realizando su gran pasión: la escalada. Pedro Udaondo, nacido en Bilbao en 1934, comenzó a escalar a los 14 años.
Desde entonces la montaña fue la pasión que ha dado sentido a una vida de montañero. Le recuerdo en Bilbao el pasado diciembre, con una camisa de cuadros que me hizo pensar que la visión de aquel hombre destilaba la esencia de lo que era, un montañero veterano que transmitía la tranquilidad de quien ya lleva atrapados en sus retinas muchos horizontes infinitos. Han sido casi 60 años de continuas escaladas con aperturas de vías en Atxarte, Pirineos, Picos de Europa y Alpes principalmente, a los que iba en aquellos tiempos en su moto Montesa. Eran tiempos muy duros para hacer montaña en nuestro país. Por eso hay que valorar a estos montañeros, como Udaondo, pero también a Landa, Regil, Anglada, Pons, Rabadá, Navarro y tantos otros, por haber sabido transmitir su amor y tenacidad por el deporte de la montaña cuando todo trabajaba en su contra. Gracias a ellos la progresión del alpinismo español desde finales de los setenta sería imparable. Ahora que nosotros también comenzamos a hacernos mayores es justo reconocer que si llegamos lejos fue porque pudimos auparnos sobre los hombres de estos grandes montañeros que nos prepararon el camino. Pedro será recordado sobre todo por sus escaladas en Picos de Europa. La primera ascensión invernal al Naranjo de Bulnes, en 1956, y la de la Canal del Pájaro Negro de Peña Santa de Castilla, en 1958, formando cordada con su inseparable amigo Ángel Landa, tuvieron una gran repercusión y marcaron su época. Pedro ha muerto. Sus cenizas volarán sobre esas montañas, el Naranjo y la Peña Santa, y me gusta pensar que cada vez que subamos a esas cimas nos encontraremos con su cálida sonrisa y su tranquila imagen de montañero con camisa a cuadros. Te echaremos de menos, Pedro.
Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'