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El mejor sólo jugó 16 minutos

Cassano, Guti, Raúl, Robinho y Van Nistelrooy juntos. Así acabó el Madrid. Debería disculparse Capello por tan alta traición a sí mismo. Ni la desesperación del momento justificaba vulnerar así el manual. Y, con ellos, con la cuadrilla del arte, murió el equipo en el área del Bayern, en la frontera de la clasificación para cuartos. Primero entró Guti, luego Cassano y el último Robinho, el mejor, el futbolista que agitó el partido. Y partido, lamentablemente, es lo que le faltó.

El Madrid ha conocido muchos robinhos. El primero, el de Cádiz, fue Pelé. A esa cima ya no volvió. Luego subió y bajó, porque es futbolista de momentos, de inspiración, con cambios de humor en su juego, mutante de domingo a miércoles. Fue un desastre ante el Bayern en la ida y el mayor peligro blanco ante el Getafe hace tres días. No se me ocurre a nadie mejor a quien llamar cuando se declara el estado de excepción. Y en eso vivió el Madrid desde los diez segundos. Capello le metió en el minuto 74. Abrió la banda izquierda, ofreció desborde, le hicieron un penalti, nadie tenía más asustado al Bayern que él... y se acabó el partido. Ayer quería y su entrenador, el mismo que empezó con un trivote y acabó sin mediocentro, no supo verlo.