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Don Pedro, de Springfield a Alcobendas

Unas de las primeras sentencias que escuché a Pedro Ferrándiz fue "siempre hay que mirar atrás porque si no tienes memoria, no tienes pasado". Lo siguiente, segundos después, "pero no dejes de mirar hacia adelante, porque te puedes tropezar". Detrás de esa retranca, de esa guasa alicantina que saca a pasear, siempre deja perlas. En la mesa del despacho de Ferrándiz hay una foto suya de hace años con tres Copas de Europa (memoria histórica). Pero don Pedro no ha dejado de hablar del Salón de la Fama hasta convertir un anhelo en una realidad (visión de futuro). Ayer por la mañana, rodeado de peces gordos del mundo de la canasta, Ferrándiz presentó el encargo que le hizo un día un tal Boris Stankovic.

En el acto, Martín Tello, que gasta la misma retranca que exhibe Ferrándiz, pidió el micrófono para dispararle una pregunta a quemarropa a don Pedro ante la plana mayor del baloncesto europeo: "¿Pedro, te hace más ilusión entrar en el Salón de la Fama de Springfield o en el de Alcobendas?". Ferrándiz encajó bien el golpe y salió airoso del paso, como lo ha hecho en miles de ocasiones: "En los dos, por supuesto". Pudo hacer una faena de aliño, pero decidió sacar a paseo la muleta... Desde ayer las leyendas del basket viven en Alcobendas, Avenida Olímpica, en el tramo que delimitan las banderas de Grecia, Estados Unidos, Suecia y Francia. El baloncesto mira atrás, pero Ferrándiz, sospecho, mira adelante. ¿O no, don Pedro?