La razón me dice negro, el corazón...
Todos los años nos hacemos las mismas ilusiones. Siempre pensamos que en esta ocasión toca. Esta temporada, como las anteriores, su mal momento siempre coincide con nuestra renqueante trayectoria. Esa habitual disyuntiva nos hace albergar ilusiones. Luego la realidad, la triste realidad, suele imponerse y como casi siempre se impone la lógica y la tradición. Lo cierto es que el encuentro que más esperamos los atléticos únicamente sirve para dos cosas: devolver a Raúl su condición de crack y para que nuestro eterno rival pueda resarcirse de su calamitosa situación.
No pensaría lo mismo si jugáramos en el Bernabéu, donde al menos hemos dado la cara. Pero jugando en casa, y más de la forma que lo hacemos, albergo muy pocas esperanzas. Habitualmente jugamos mal, muy mal, pero ante el Real Madrid nos atenaza ese complejo ancestral que nos hace sentirnos inferiores por horrible que estén ellos. Es lo mismo que atraviesen una crisis institucional y deportiva de difícil solución. Somos una especie de madre que les redime de todos los males. Ni Torres a lo largo de su exitosa carrera ha sido capaz de hacerles un gol. A priori no veo salida. Pero somos el Atleti, está el Kun y Leo Franco es un seguro y... ¡Qué demonios! ¿Por qué no?