Yo digo J. J. Santos

Fue tragar Capello y todo cambió

J.J.Santos
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La situación se tornaba tan angustiosa que, o le daban un toque desde arriba a Capello, o los jugadores optaban por la insumisión. Ocurrió lo primero. Repasen el once titular y lo entenderán. Fuera Emerson. Adiós a la indolencia de Reyes y Robinho. Apuesta por el fútbol creativo de Gago e Higuaín. Galones para Beckham. Vamos, que sólo faltaba rescatar a Ronaldo de Milán y en el mismo avión privado enviar a Italia a Cannavaro. Y resultó. ¿Cuándo se darán cuenta los llamados entrenadores de prestigio que el sentido común también tiene hueco en sus enrevesados planes? ¿Acabarán comprendiendo que los buenos futbolistas les hacen mejor a ellos? Por cierto, el Bernabéu estuvo de diez: pasó del banquillo y animó.

Fue también la noche de Beckham. Estuvo en todas las jugadas de gol, deleitó con sus pases de cuarenta metros y, por si alguien tenía alguna duda, el estadio dictó sentencia coreando su nombre. ¿Quién analiza la situación en su día para recelar del rendimiento del inglés porque se había comprometido con otro club? Todo lo relatado dio para devolver la ilusión durante una hora al madridismo, justo hasta que al equipo se le acabó la gasolina y entró en acción Casillas. Faltó banquillo cuando hubo que refrescar el ataque, de eso ha de responder la anárquica planificación de Mijatovic, y faltó atrevimiento para apuntillar a un campeón alemán que se deslizó entre la vulgaridad y el orgullo.

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