Pumas, sí; a cualquier precio, no
La España rugbística anda revolucionada con la posibilidad de que los Pumas fijen su sede europea aquí. El VII Naciones, dicen. La visita de Raúl Sanz, secretario de la UAR, ha desatado la euforia y se vende la piel del oso antes de cazarlo. Sin ánimo de ser aguafiestas (pocos tienen más ganas de ver rugby de pata negra que servidor), será difícil. A día de hoy el VII Naciones es una entelequia. Los clubes de Francia han boicoteado la Heineken Cup el año que viene y en éste han prestado dos meses a 40 jugadores para el Seis Naciones y de cara al Mundial. Un VII Naciones significaría dos jornadas más (¡). Mientras, la IRB fantasea con una Copa de las Naciones...
Y están las exigencias de los Pumas. Pongamos (como en la gira europea) que movilizan a 50 personas; pongamos que se alojan en un hotel de 5 estrellas; pongamos que son 12 días; pongamos que hay que pagar transporte e instalaciones; pongamos que piden su parte del pastel del amistoso (esponsor+televisión+ taquilla). Sumado todo, sale una cantidad notable. Recordemos, por cierto, que el presupuesto federativo es de dos millones de euros. Los beneficios, de haberlos, "llevarían el rugby a los colegios y crearían un grupo de élite en la Selección". Dicho todo esto, surge la pregunta: ¿Debe traerse a los Pumas a cualquier precio? ¿O debe la Federación aprovechar la acogida institucional y pensar en el futuro? ¿Es pan para hoy y hambre para mañana? Mi corazón dice Pumas, mi cabeza...