Un elefante se balanceaba sobre...
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La tela de una araña. Descripción perfecta del actual Madrid. Y como el elefante no se caía, la coartada para seguir fabricando un equipo ramplón y vulgar, aumentaba. A Reyes no le conoce ni la madre que lo parió. Robinho ha cambiado las bicicletas por el esquí de fondo. Y Van Nistelrooy sigue desaparecido. Pero qué más da. Ahora hay orden y disciplina. Ahora el galáctico de los mil millones se sienta en el banquillo y se llama Capello. ¿Algo que alegar? Extirpado el cáncer Ronaldo, mandado a galeras Beckham y recuperado el espíritu de la camiseta del que tanto habla el italiano sin tener ni idea de qué es eso, el Real pelea por la Liga de igual a igual. Bastan dos cositas de Gago e Higuaín para taparlo todo.
Pero lo cierto es que, al margen de lo que diga la tabla de clasificación, el alambre sobre el que se balancea este proyecto no aguantará mucho tiempo. O sí. Depende del grado de exigencia, que desde hace un tiempo ha desaparecido en el madridismo. Verán que apenas he hecho referencias a lo ocurrido en El Madrigal. Y es que fue más de lo mismo. La diferencia estuvo en que en esta ocasión Reyes no cazó una falta. Volvieron a ser los mejores Sergio Ramos y Helguera. Eso ya explica la situación en la que está el equipo. Por ser justos, también es reseñable el trabajo del canterano Torres. El listón de la mediocridad está tan bajo que el canterano parece un fenómeno cada vez que se anticipa a un contrario Y cómo veían, que no se caía




