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Beckham: ocasión de oro perdida

Si la troika que dirige (si esa es la palabra) el Madrid tuviera como prioridad el bien del club, y si además demostrara un mínimo de inteligencia empresarial, hubiera interpretado la marcha de Beckham al Los Angeles Galaxy como una oportunidad de oro. Más allá de la espectacular falta de educación mostrada a un leal y valioso empleado del club y del arrebato infantil que impulsó la absurda decisión de prescindir de sus servicios para el resto de la temporada, existía una lógica irrefutable para que el club siguiera manteniendo excelentes relaciones con él.

Un Beckham despedido por la puerta grande se hubiera convertido en un embajador del Madrid en Estados Unidos. Pero se podría haber ido más lejos y planeado una estrategia, que involucrara al jugador y su nuevo club, con el fin de promover la imagen de los blancos en el país más rico del mundo. Incluso se podría haber estudiado crear un vínculo formal entre el Galaxy y el Madrid. Para que, por ejemplo, el día que surgiera un gran jugador joven americano (algún día ocurrirá, y ese día el fútbol cambiará para siempre) su puerta de entrada a Europa sea el Madrid; que se estableciera como principio que los grandes que se retiran del Madrid vayan a jugar un par de años en el Galaxy; que ex entrenadores de prestigio como Del Bosque vayan a impartir masters en fútbol allá

Hubiera habido un sinfín de posibilidades. Se le podría haber sacado más provecho comercial que a cincuenta de esas famosas giras de verano. Ahora es tarde. Las mentiras con las que el futuro astro del Galaxy sale de España hará que allá nos vean aquí como tontos y groseros. Lástima.