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El Niño es un líder que no se rinde

El Niño Torres es un fenómeno, un genio, un tipo que es capaz de marcar golazos de bandera como el de anoche, y que, además, se pasa los partidos corriendo, se faja con todos, lucha sin descanso y nunca se rinde. Cuando los demás bajan la guardia y tiran la toalla, el Niño continúa pegándose con las paredes. Le dan más patadas que a nadie, pero ahí sigue, inasequible al desaliento. Si no le llega un balón a la delantera, se le puede ver persiguiendo como un poseso a los defensas rivales. El Niño puede fallar goles, pero su espíritu de lucha no falla nunca. Y ese espíritu le ha convertido en el joven líder de este Atlético que busca un puesto entre los grandes y que sólo lo encontrará cuando Torres tenga a su lado a los escuderos que se merece.

Tuvo que ser el Niño, como casi siempre, quien volviese a rescatar al Atlético. Fue cuando peor pintaban las cosas, porque se había quedado con diez y Osasuna tenía todo a su favor para rematar la eliminatoria. Torres recibió un balón de Perea en el pico del área y con dos toques se inventó un golazo que permite al Atlético seguir vivo en la Copa. Eso es lo bueno de tener un genio que nunca se rinde: que puede aparecer en cualquier momento y liarla. No fue una casualidad. El Niño atraviesa un momento excepcional, aunque no lleve los goles que merece por su juego, está más rápido que nunca y jornada a jornada es el mejor del equipo. Pero el Atético estaba necesitando sus goles. Ya los tiene. Al Niño se le puede esperar siempre, porque acaba apareciendo.