El Kun es un felino, un cazador, se esconde, parece que no está en el campo. Y de repente aparece, explosivo, rapídisimo, imprevisible, sorprendente. Su hábitat es el área. Si aparece por ahí con el balón controlado, puedes darte por perdido. En el Camp Nou estuvo especialmente desaparecido, con esa indolencia que puede llegar a desesperar. Pero no hay que hacerlo. Hay que tener paciencia y esperarle. En 90 minutos tiene que llegar su hora. Necesita que sus compañeros le entiendan, y ya lo van haciendo, y que le busquen. Luccin le encontró ayer una vez. Fue un relámpago. Le envió un pase espléndido al hueco. Puyol no acertó a ver por donde se le escapaba y Thuram llegó demasiado tarde. Kun entró en diagonal, se giró, tocó con el empeine. Y golazo.A güero es un futbolista genial, que recuerda al mejor Romario. Todavía es demasiado intermitente, pero yo creo que dejará de serlo cuando este equipo se acostumbre a su juego. Ése es el desafío de todos, porque este chico está marcado por las señales que distinguen a los cracks. Y el Atlético tiene que volar con sus goles y con los del Niño Torres. En el Camp Nou el Atlético sobrevivió a un gran primer tiempo del Barça y en el segundo equilibró el duelo, empató el partido y sólo le faltó en los últimos quince minutos creerse que podía derribar a un rival que estaba tocado. Pero al Atlético le bastaba con un punto que es es de oro. Este equipo viene del infierno y sabe lo que vale acabar el año en puesto de Champions. Un éxito con el que nadie se atrevía a soñar.