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El Vaticano tiene una idea divina

Los caminos del Señor son inexcrutables. Y quizá por eso El Vaticano se ha fijado en el fútbol como vía para el desarrollo de la Fe cristiana. Una idea divina. ¿Qué pensaría el primer pontífice, el Papa Simaco, que habitó El Vaticano en el año 498? Pues que los sucesores de San Pedro le han ido saliendo deportistas y espabilados, como los quiere el Altísimo, hasta llegar a esta idea genial bendecida por Benedicto XVI pero, en realidad, llevada a la práctica por su Secretario de Estado, el cardenal Tarsicio Bertone, un apasionado del fútbol e impenitente sólo como seguidor de la Juventus de Turín. Bertone lleva años proclamando que la Iglesia tiene que acercarse a la juventud. Ve en el fútbol un filón para tan magna obra. Y no le falta razón.

La UEFA hizo ayer una consulta formal al Estado de la Ciudad del Vaticano sobre la profundidad de la idea. Y la respuesta fue tajante: la Iglesia Católica quiere tener su propia selección nacional. El Vaticano pretende que todos los seminaristas y curas del mundo tengan pasaporte del Vaticano y sean seleccionables. Es una buena noticia para el fútbol del toque-toque, porque es sabido que en los seminarios se juega bien al fútbol. Lo que no sabemos es si será una buena noticia para esas selecciones abonadas a las repescas. Porque el equipo del Vaticano será temible. Fuerte por su propio potencial y porque en caso de apuro los curas sí que tendrían hilo directo no ya con el Ser Superior, sino con el Ser Supremo. Ni los árbitros les harían perder...