Érase un cuento siberiano
Érase una vez, no hace mucho tiempo, en una remota región de la remota Siberia cuyos habitantes vivían atemorizados por una amenaza tan esquiva y silenciosa como letal. Muy pocos se atrevían a salir de casa, ni siquiera a por agua y menos aún a adentrarse en los bosques nevados donde se habían encontrado ya varios cadáveres de convecinos, horriblemente descuartizados y devorados, y las noches eran aún más oscuras y temibles pues eran el reino donde se movía a sus anchas el asesino. Éste no era otro que un tigre siberiano, uno de los depredadores más formidables de la Naturaleza. Este felino, de más de tres metros de envergadura, tenía atemorizados a los habitantes de algunas de estas poblaciones creadas artificialmente en lo más recóndito y desolado de Siberia. Varios cazadores profesionales se trasladaron hasta aquel rincón en las cercanías del Ártico para acabar con el tigre "comehombres". Al menos dos murieron en el intento, hasta que un grupo especial de la policía rusa logró acabar con la fiera tras acosarlo y perseguirlo sin descanso.
De la noticia se hizo eco la prensa internacional que mostró las fotos de los despojos de los infortunados cazadores, devorados hasta los huesos por el temible felino, y también los cazadores oficiales fotografiados con su presa, mostrando la envergadura de sus garras y sus colmillos. Y aquí vendría el tranquilizador y simplista "colorín, colorado...", con sus buenos buenísimos y sus malos malísimos derrotados, de no ser por el talento y la capacidad narrativa de los autores de un documental sobre este episodio real, titulado 'Conflict Tiger', que he tenido la oportunidad de disfrutar en el marco del Festival de Montaña, Aventura y Naturaleza de Autrans. Esquivando falsos sentimentalismos y lugares comunes, el realizador ruso ha sido capaz de crear una obra de arte que aúna el rigor documental con la belleza artística y la reflexión para hacernos mirar un poco más allá de lo evidente y ofrecernos una lúcida y amarga reflexión sobre cómo se ha ido corrompiendo la relación del ser humano con la Naturaleza personalizada esta vez en el "comehombres" y en sus cazadores, conscientes de que perseguían a un asesino pero que también comprenden que son los propios seres humanos los culpables de ese comportamiento, por su constante acoso, expolio y destrucción del hábitat natural del felino. El tigre de este cuento siberiano no es sino una más de las advertencias que nos lanza la Naturaleza, por los desmanes que causamos, hacia nuestro inconsciente, por no decir suicida, actitud respecto a ella. Y es que la perfecta, y pesimista, moraleja de este cuento siberiano nos la dio el maestro Joseph Conrad cuando escribió que: " Lo más que se puede esperar de la vida es un cierto conocimiento de uno mismo -que llega demasiado tarde- y una cosecha de remordimientos inextinguibles".
Sebastián Álvaro es el director de Al Filo de lo Imposible de TVE.