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Cuando la cara cambia de color...

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Por una vez, estoy de acuerdo con mi compañero Pedro Alemán pese al trastorno que se le habrá diagnosticado desde que finalizara el derby. Él me hablaba en estas páginas de una preocupación que reflejada en mi cara como el espejo del alma no me salvaría del disgusto ni la Virgen de la Caridad. Y dudaba que mi otorrino me tuviese en condiciones para cantar los supuestos goles de un Cádiz al que Pedrito diagnosticaba casi un cáncer terminal. Como pitoniso, querido Pedro, nunca te ganarás la vida...

Dediqué uno de los cuatro goles a mi otorrino, quédate con su nombre para cuando algún día tú cantes cuatro goles de golpe -Miguel de Mier- y no me hizo falta ninguna estampita. Mi cara, era el espejo del alma antes de disputarse el derby. La tuya terminó 'amarilla'. Hasta llegué a pensar que cambiastes de doctrina... Al final, mi cara sí fue el espejo del alma.