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Llega al Athletic sin cubrirse

Mané empezó su etapa en el Athletic llamando a las cosas por su nombre, abriendo las cortinas del vestuario, huyendo del pesimismo... Al fin y al cabo, esto es fútbol, once contra once, un balón, fe, el pez grande no siempre se come al chico. Y esa plantilla no es de las peores de la Liga. Ni siquiera se cubrió ante la inminente visita al Bernabéu, donde dice que su nuevo equipo y él mismo han estado cómodos algunas noches. Con los números en la mano, no tantas, pero bueno, hay que escapar del victimismo. Ya se ha autoimpuesto tareas: quiere evitar el descenso de manera holgada para que vean en él a un técnico de época en Bilbao, lo que logró a lo grande en Vitoria, pretende taponar la sangría defensiva de un equipo que encaja casi dos goles por partido y dotar al club de una estabilidad que no tiene.

Alos 56 años podía haber ahorrado jugarse el bigote, ya ha hecho fortuna en el fútbol, tiene un reconocimiento general de técnico avispado y ágil en los cambios, el honor del gran subcampeonato de la UEFA. Su teléfono siempre está ahí para emergencias. Si se sentó en los banquillos en 1979 fue para sacarse un día el carné de entrenador del Athletic, reservado hasta ayer en la historia moderna a ex futbolistas con pasado en la entidad o extranjeros. Sólo Ochoa, Ipiña y Artigas se habían saltado el control de pasaportes. Ya se ha sacado una espinita, la otra era haber entrenado algún día en la Premier, algo que tuvo en su mano tras la hermosa batalla ante el Liverpool.