Experto en caer en las trampas
Dos pasitos adelante y uno atrás. En otros tiempos, hace años, eso era un baile: la yenka. Así es también el Atlético. No hay que confiarse, porque en cuanto te descuidas: petardazo. Y anoche lo rozó. Sólo un autogol in extremis le permitió salvar un puntito. Anoche se daban todas las condiciones para el desastre. Venía el colista. Para otros eso sería un chollo. Para el Atlético, peligro. Este equipo suele convertir las etapas llanas en montañas insalvables y en cambio aparece cuando menos se le espera. Ganas de llevar la contraria, o algo por el estilo. Lo ha advertido hasta Aguirre, que ya sabe de qué va esto y sólo acaba de llegar. "Este es un partido trampa", dijo en vísperas del partido. Y el Atlético, faltaría más, se tiró en la trampa de cabeza. Desde el principio.El primer tiempo del Atlético fue deplorable, enseñó todos sus defectos, y ya sabemos que son muchos. La Real aprovechó para tener el balón pero sin crear peligro. Eso sí: llegó una vez a puerta y metió gol. En el segundo, el Atlético llamó a las barricadas, todos corriendo como pollos sin cabeza, mucho bombear balones, a ver si suena la flauta. Muchos nervios, demasiadas prisas y a empatar de cualquier manera. No hubo petardazo porque Bravo se resbaló y Ansotegi se la encontró en el pecho y los hados decidieron que el Atlético no merecía tanto castigo. Yo creo que este equipo tiene ahora su asignatura pendiente en el Calderón y necesita tiempo y paciencia para aprobarla. Pero este era un partido trampa. Y al Atlético le encanta caer en todas.