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El trivote o tres por cero es cero

Escuchar es de sabios y de supervivientes. Aguirre lo ha hecho y su vida será más plácida a partir de ahora, en las buenas y en las malas. Mientras el nuevo Atleti de Agüero, Torres y sólo dos pivotes, con Luccin de jefe indiscutible, siga ganando, todo serán palmaditas en la espalda. Y cuando pierda, las críticas serán en voz baja, ya que todo el mundo abogó por este once y porque cuando Zorba dijo aquello de "ya que va a ser un desastre hagamos que sea un desastre esplendoroso" estaba dictando pura filosofía rojiblanca. Aún así, cambios como el de Costinha por Agüero con 0-1 en Valencia aún me inquietan. Pese a que los pesos pesados del vestuario, desde Torres a Luccin, se han pronunciado contra el trivote, el técnico aún titubea. Los designios de los entrenadores son inescrutables.

Nunca funciona acumular tipos similares. La fuerza del equipo está en diversificar funciones, talentos y responsabilidades. El trío nocturno más efectivo siempre lo han formado el gracioso, el niño bueno y el duro interesante. Pura armonía: el chistoso rompe el hielo, el buenazo hace bajar la guardia y el aparentemente desinteresado mantiene el misterio. No falla y además cada uno tiene su época de gloria: el gracioso es el amo en el instituto, el rebelde en la universidad y el legal la rompe a partir de los 25. Así todos felices, pero tres iguales... desastre. Tres graciosos se pisan los chistes, tres buenazos aburren y tres chulos asustan. Aguirre juntó a Luccin, Costinha y Maniche a costa de inutilizar al bueno (Torres) y sacrificar al rebelde (Agüero). Ahora se ha rendido y el Atleti funciona. Lo normal.