Luis y el respeto debido

Aunque a Luis Aragonés le dé corte lanzar el dato, se ha sentado setecientas cincuenta y siete veces en el banquillo como entrenador de Primera. A eso se refiere cuando pide respeto, de eso habla para responder a determinadas críticas. Sus errores, de todo tipo tras el Mundial, no justifican que pueda ser objeto de risas y chanzas. Tampoco su currículum brillante le otorga manga ancha para caer en el disparate, que algo de eso ha habido. Pero siempre hay un punto intermedio. Luis jamás se ha burlado de ningún medio de comunicación porque tenga más o menos lectores u oyentes. Nunca ha recurrido a las descalificaciones personales que tanto gustaban a algún antecesor. Ese fue el mensaje que envió ayer. Porque chistes sabemos hacer todos.

Entiendo perfectamente que al seleccionador se le zurre la badana por sus contradicciones, por la forma de desdecirse a la hora de quedarse o marcharse. Pero jamás entendería ninguna campaña por las encuestas realizadas en internet. Tampoco porque haya dejado fuera a Fernando Torres, que ha jugado diez partidos de Liga y ha marcado tres goles, dos de penalti. Y mucho menos porque vuelva a quedarse en su casita Raúl, cuya aportación al equipo nacional desde que se recuperó de la lesión de rodilla, incluido el Mundial, está ahí para el que quiera analizarla. Según pasan los días me reafirmo más en el tremendo error de Luis al no dimitir a la vuelta de Alemania, sobre todo, para no dar gusto a los que le estaban esperando.