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Trampas en la carretera

Actualizado a

Llovía sobre mojado en las calles de Madrid. Lo hacía en un doble sentido, porque la lluvia acompañó a los moteros que recorrieron el centro de la capital venidos de toda España para protestar contra la desidia y la estupidez que supone mantener en las carreteras los guardarraíles que matan y mutilan a cientos de compañeros. Me acuso de no haber podido participar en una fiesta reivindicativa. Seguro que algunos lectores sabrán que por estas fechas me toca recordar a los poderes públicos lo poco que hacen por los que utilizamos, sensatamente, la moto para circular. Una de las peticiones que se exigían es que se tramite cuanto antes en el Congreso la moción aprobada por unanimidad en el Senado el 6 de febrero, que instaba al Gobierno a acelerar la adecuación de las barreras de seguridad utilizadas en nuestra red viaria.

Lo que para los automovilistas son beneficiosos quitamiedos para los que conducimos motos son trampas capaces de matar o causar graves amputaciones si uno se golpea contra ellas por encima de los 30 kilómetros por hora. No se trata de privar de un elemento de seguridad (ni mucho menos de convertirlas en circuitos de competición como algún malintencionado ha podido aventurar) sino todo lo contrario: adecuarlas para que sean precisamente eso: vías seguras para todos los que circulan por ellas, tanto a cuatro como a dos ruedas. Cuando ha aumentado el parque de motocicletas al poder conducirse las de pequeña cilindrada con el mismo carnet de coche, he podido comprobar que algo está cambiando en nuestras calles.

Lentamente, algunos conductores de grandes coches se han aproximado al vertiginoso, emocionante y arriesgado, mundo de las dos ruedas. Han podido comprobar lo que significa que te echen el coche encima, que se crucen sin poner el intermitente o que algunos alcaldes hayan decidido convertir los pasos cebra en una discoteca de pintura resbaladiza. Alguno de las motos hace lo mismo, pero nosotros somos más vulnerables y llevamos las de perder. Poner coto a la sangría que supone la carretera es una tarea de todos. Parece coherente que, además de poner en marcha iniciativas coercitivas, nuestros responsables públicos se aplicaran también a la tarea de hacer más seguras nuestras carreteras.

Sebastián Álvaro es el director de Al Filo de lo Imposible de TVE.