Alcobendas, espacio olímpico

Alcobendas, en 1750, tenía boticario, escribano, médico, cirujano, cura, sacristán, herrero, maestro de niños y de postas, amén de carreteros, herradores, albéitares, sastres y asalariados de Su Majestad, según consta en el Catastro de Ensenada y sus respuestas generales. No era mala villa. Sus 320 vecinos podían considerarse unos privilegiados. Ahora, dos siglos y medio después, ha crecido hasta los 104.000 habitantes quienes disfrutan, además de cuantos servicios le son necesarios, de un espacio olímpico único en el mundo para una localidad que jamás ha organizado unos Juegos. Un espacio que ha crecido en torno a la Fundación Pedro Ferrándiz, inaugurada en 1991, y que no para de crecer bajo el entusiasmo de su creador.

Primero fue la sede de la Fundación como centro internacional de documentación e investigación del baloncesto; luego, la apertura de la avenida Olímpica, a la que acudió Rogge, presidente del COI; luego, la instalación permanente de las banderas cuyos países han celebrado unos Juegos; ayer, la apertura del edificio que acogerá el Hall of Fame de la FIBA, con una sala dedicada al baloncesto olímpico; en breve, la inauguración de la plaza Pierre de Coubertin que delimitará el espacio olímpico en torno a la Fundación. Y todo por el empeño de quien, tras ganar doce Ligas, once Copas y cuatro Copas de Europa, no sólo ha convertido Alcobendas en capital del baloncesto, sino que lo ha metido en el mapa olímpico. ¡Gran Ferrándiz!