El amargo sabor de un empate

El amargo sabor de un empate

Se vieron al menos dos partidos en el Camp Nou. Deco y la mayoría de culés entienden el empate como una derrota. En Inglaterra se habla de las debilidades del Barcelona y de un resultado injusto para el ambicioso Chelsea. El listado de elogios hacia los blues empieza por su actitud. Dice Arsène Wenger que si un técnico le pide a un futbolista inglés que choque contra un muro, lo hace, se cae, se sacude el polvo y lo vuelve a hacer. Aunque el francés quería describir la obediencia, sirve para acentuar lo mucho que aprecian lo físico. El fútbol no es para niñas, se dice por aquí, y el Chelsea lo aplicó. Fueron agresivos, dicen en Barcelona.

Sin embargo, decepcionó el Barça, que iba camino de convertirse en un conjunto de leyenda en Inglaterra. Cayeron en sumisión ante un mejor conjunto, su entrenador perdió la calma, Mourinho cantó las verdades del barquero (los árbitros le favorecen, el equipo es vulnerable), una sacudida de media hora en Stamford Bridge y otra en el Camp Nou dejaron al Barça en evidencia, el portugués volvió a ganar la batalla psicológica (se dice que jugaron de blanco por razones obvias), etcétera. Al final Deco tendrá razón: este partido se recordará como una victoria del Chelsea, como aquel famoso no-gol de Pelé.