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Un yanki en el cielo de los mayas

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A veces les he hablado de amigos que tengo en Nepal o Pakistán. Siempre he pensado que, como escribió Stevenson, lo mejor que nos puede ocurrir en un viaje es encontrar a un amigo honrado. Es la mejor vacuna contra cualquier tipo de chovinismo, nacionalismo y otros cuantos perniciosos "ismos". Déjenme que hoy les hable de mi amigo norteamericano. Mike Madden es un yanki al que no le queda bien ni uno solo de los tópicos que se suelen asociar a sus compatriotas. Nos conocimos, hace ya un puñado de años, en la Península de Yucatán. Pronto comprobamos que no podía haber mejor guía para ese viaje de fábula. El corazón de la península mejicana bañada por el Caribe es en realidad un gigantesco laberinto de grutas inundadas por el agua que aflora en pozos conocidos como cenotes. Para la cultura maya esos cenotes eran lugares sagrados, puertas a través de las cuales se comunicaban con sus dioses.

Allí arrojaban ofrendas y también muchachas a las que los sacerdotes instruían con mensajes y peticiones para sus deidades. Y por ellas nos colamos con nuestras cámaras, focos y baterías con Mike Madden y sus compañeros. Lo que nos mostró Mike fue uno de los tesoros naturales más fascinantes del mundo. Ante nuestras cámaras aparecían kilómetros de grutas y salas gigantescas adornadas de increíbles arquitecturas construidas a base de estalactitas y estalagmitas por las que los espeleobuceadores parecían volar más que nadar. La profesionalidad y experiencia de Mike, quizás uno de los mejores cámaras e iluminadores de cavernas sumergidas del mundo, nos ayudó a que un rodaje tan complejo, en el que cada error podía dar al traste con todo un día de trabajo y además convertirse en un drama, resultase una fabulosa experiencia. Hemos vuelto a trabajar juntos, la última vez hace unos días filmando cuevas inundadas en Mallorca.

Allí se trasladó con su nueva esposa y sus dos gemelos, dos preciosos niños resultado de un infalible sistema para tener una niña que alguien les había garantizado. Y me lo decía riéndose, pues es un optimista que a sus 52 años está empezando de nuevo después de abandonar Méjico con lo puesto tras varios traspiés. Y ahora se ha lanzado a un nuevo desafío. El resultado es su primera película de ficción que estrena en breve en Los Ángeles. Sabe que cada día debe ser una aventura.

Sebastián Álvaro es el director de Al Filo de lo Imposible de TVE.