El efecto revulsivo se ha perdido
Sarriugarte trató de gestionar el asunto de la portería con más naturalidad de la que debiera, como si el que lleva jersey diferente al de sus compañeros fuese un futbolista más en el campo y la caseta. El experimento le ha estallado. Primero, porque no dio continuidad a Lafuente cuando se la ganó el año pasado al ser uno de los artífices de la salvación y segundo porque quitó a Aranzubia en tiempo récord, tres jornadas, la mitad de lo que ha tardado Bakero en poner a Bravo, un fichaje, en el colista. Total, que los dos saltaron al campo sin el respaldo necesario y eso se ha notado en el rendimiento. Si el riojano empezó titubeante, Lafuente no ha sido un revulsivo, está lejos de mostrar la seguridad del año pasado.
El entrenador no contó con el inconveniente de que Aranzubia, internacional de la mano de Iñaki Sáez, no es un suplente cómodo. Le renovó un tanto en falso sus ilusiones y ahora se las ha quitado. Siempre que se nota perjudicado, el meta lo dice en público, y su franqueza no ayuda demasiado en la actual situación deportiva. Mañana llega la Copa, un torneo en el que antes el Athletic era favorito, en el que jugaba con el portero titular. Se presenta en San Mamés el Mallorca, a las diez de la noche porque manda la televisión, y parece una machada eliminarle.