Robinho y las verdades de la vida
Elemental, mi querido Watson", le decía Sherlock Holmes a su mejor amigo, que tenía una tendencia siempre a enredarse. La frase me ha girado por la cabeza todo el día, tras la resurrección del Madrid en Bucarest. No dudo por un instante de que tanto yo, como la mayoría de los lectores de este diario, seamos unos ignorantes comparados con Fabio Capello, cuyos conocimientos de los misterios del fútbol, acumulados durante largos años en mil vestuarios, son legendarios.
Pero me pregunto si al vivir por y para el fútbol uno puede llegar a perderse en el detalle a veces. Hasta el extremo de olvidar las grandes verdades de la vida. O sea, las más sencillas. Como, por ejemplo, que si tienes en tu plantilla uno de los jugadores más talentosos y desequilibrantes del mundo, lo pones en tu equipo titular. Y si, además, resulta que es indiscutible en la selección brasileña, donde también algo entienden del fútbol, entonces lo que haces es ponerlo no sólo de titular una vez, sino siempre.
Lo que algunos tememos ahora es que, precisamente por esa tendencia a darle tantas vueltas a las cosas, se vuelva a plantear la posibilidad de omitir a Robinho del once inicial para el partido del domingo ante el Barça. En cuyo caso, haría una pregunta a la afición del Barcelona, a Frank Rikjaard, a Carles Puyol: "¿Qué prefieren: que Robinho juegue de titular o que se quede en el banquillo?" ¿La respuesta? "Elemental, mio caro Fabio."