Estreno teatral en el Bernabéu

Estreno teatral en el Bernabéu

Allí estábamos mis entusiastas amigos y yo, en nuestra abarrotada Grada Lateral, de pie, sin espacio ni para pestañear. Así se vivían en mis años mozos las grandes noches del Bernabéu. La jugada aconteció a sólo tres metros de nosotros. Buyo salió como un rayo fuera del área, casi junto a la línea de banda, para frenar a ese fantástico demonio sin alas llamado Futre. Le cazó. No había otra manera de pararle. Orejuela picó, se enfrascó en una tángana innecesaria y nuestro Buyo (particular e intransferible) fingió desde el césped un rodillazo de Orejuela a su gallega cabeza. Martín Navarrete desenfundó la roja sin titubear ante el fervor popular. Mis colegas y yo nos miramos con cara de mala conciencia, pero éramos muy jóvenes y jaleamos la recriminable acción porque, al fin y al cabo, un derby es un derby...

De hecho, llegó la recta final de ese inolvidable Madrid-Atleti del 88 y se acercó el gran momento. Rafa Corredera, un bigardo de 1,90 que es más madridista que Bernabéu, se me acercó al oído y me dijo: "Sólo falta que marquemos el 2-1 en el último minuto para que sea un derby perfecto. Sería la bomba". Y así fue. La bomba la firmó Martín Vázquez desde la frontal. Abel no llegó. Más de 100.000 almas zarandearon el estadio en una explosión de júbilo que nunca olvidaré. Es el Madrid. Es el Atleti. Nada ha cambiado por esta parte del río...