Un hueso que lleva a Marte
Uno de los logros más sobresalientes de la humanidad lo ha conseguido el robot Opportunity, uno de los dos robots que la NASA ha conseguido posar sobre la superficie de Marte. Están muy contentos en Cabo Cañaveral porque ese pequeño artilugio ha conseguido llegar después de 20 meses de misión hasta el cráter Victoria y pronto comenzará a estudiarlo. Que hoy podamos hacer trabajar a un artefacto mecánico a millones de kilómetros y en un medio tan hostil como es el planeta rojo desde luego es para sentirse orgulloso. Pocos días atrás también se ha hecho público otro gran descubrimiento científico que nos ayuda a viajar pero esta vez a millones de años atrás. Se trata de los restos de una niña de tres años que vivió en la región de Dikika (Etiopía) hace más de tres millones de años. Era una Australopithecus Afarensis, como lo era la famosa Lucy o quienes dejaron las huellas de sus pies en ceniza volcánica fresca en Laetoli (Tanzania), unas huellas singulares, las primeras que conocemos de un homínido bípedo.
Así que la niña de Dikika, bautizada por sus descubridores como Selam, se parecía a un chimpancé y sus largos brazos la ayudarían a moverse con soltura en los árboles, pero también caminaba erguida. Sus vacilantes pasos son de alguna manera nuestros primeros pasos. La importancia de los restos de Selam no radican sólo en su antigüedad sino en lo bien conservados que están, lo cual permitirá a los especialistas analizar el hioides, un pequeño hueso situado en la laringe que les dará pistas sobre qué clase de sonidos emitían Selma y su congéneres. Saberlo ayudará a conocer mejor el proceso que dio lugar al surgimiento del lenguaje, algo importante para entender nuestra evolución como especie. Porque hay una relación entre la conciencia y el habla.
El lenguaje no sólo nos ha permitido evolucionar vertiginosamente al poder transmitir nuestras experiencias y aprender de ellas, sino que es una herramienta para analizar la realidad. Las palabras nos enseñan a mirar. Posiblemente sobrevivimos en un entorno donde otros homínidos más fuertes que nosotros, se extinguieron, gracias a nuestra capacidad de hablar. Desde que la pequeña Selam murió, el camino recorrido ha sido largo. Es nuestra Aventura con mayúsculas, que continúa vacilante tras las huellas dejadas por un robot en el polvo rojo de Marte.
Sebastián Álvaro es el director de Al Filo de lo Imposible de TVE.