Sentido adiós, bomba de relojería
Una actitud incomprensible vuelve a poner en peligro la estabilidad del Athletic. Cuando todo estaba en su sitio, con la ovación del socio a un Lamikiz derrengado, que pedía perdón tras acertar con su marcha, llegó una nueva bomba de relojería, la dimisión de Bustamante, uno de los brazos armados del ya ex presidente. No sólo por la marcha en sí de un hombre con peso, sino por cómo se produjo. Ninguno de los presentes tenía constancia de la renuncia del notario, cuando en los días anteriores se había reclamado por este frente unidad para seguir. Sólo hizo falta ver las caras de alucinación.
La decisión generó un volcán inesperado en los directivos que, en teoría, se deben quedar en el club, quienes ya no lo tienen tan claro. Habrá reuniones hoy mismo, porque el misil enviado hacia Ana Urkijo puede ser destructivo, quizás tenga más potencia de la que quienes lo lanzaron creen. Sin ir más lejos, un directivo, además de Izagirre, ya había presentado su dimisión a Lamikiz y se mantuvo ahí unido, sin hacer ruido. Baste que el ex presidente pasase ayer un doble día de perros, por su marcha y la muerte de un ser querido por accidente en Venezuela, pero su gente no merecía esta jugada.