Pachanga para coger moral
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Ocurre cada temporada por estas fechas. Un grupo de animosos futbolistas se hartan de hacer compras por Madrid, sacan fotos del Bernabéu, consiguen cambiar su camiseta con aquellos ídolos que ven por la tele y se marchan tan contentos a sus fríos países después de recibir un severo varapalo. Es la Champions en estado puro en su liguilla inicial, en esa en la que se cuelan de rondón una docena de equipos que sólo aspiran a llenar la caja. El Dinamo de Kiev cumplió perfectamente con ese papel de pardillo deslumbrado por el escenario y el rival. Incluso se pasó.
Raúl y Van Nistelrooy, principalmente, deberían rascarse el bolsillo para tener un detalle con estos ucranianos, tan generosos como mantas. Puestos a hacer una derrama, Casillas también podría colaborar. Porque en medio de tanto regalo, el Madrid se contagió y puso en bandeja cuatro o cinco oportunidades de gol que los chicos del Este se negaron a aprovechar. Capello tendría que estirarse igualmente porque noches como la de ayer son un regalo para el técnico. Pese a la pachanga, alguna conclusión. Cuando hay goles y espectáculo, se acaban los debates, ¿verdad Raúl? Antes de Navidades vendrá el Steaua de Bucarest y se repetirá la historia.




