Espero y confío que Gallardón y su equipo comiencen a respetar a los aficionados atléticos y que el caos de obras, circulación y transporte público del día de Valencia no se vuelva a repetir ante el Sevilla. La gente colchonera anda mosqueada y habla de agravios comparativos con el Real Madrid en el tratamiento del Ayuntamiento. No les falta razón y en especial, cuando se juntan más cincuenta mil personas, la autoridad tiene que garantizar su seguridad.

Ir al Vicente Calderón se ha convertido en una auténtica aventura. Las incomodidades son totales y pese a ello ya está garantizado el cartel de no hay billetes. Otra deuda pendiente de Gallardón es cerrar de manera inmediata el acuerdo que se lleva negociando desde hace tiempo con Cerezo y su Consejo por el estadio y que se espera con gran expectación ya que debe ser la solución para los problemas económicos que arrastra la entidad. No voy a hacer comparaciones, pero está claro que Esperanza Aguirre tardó poco en resolver la Ciudad Deportiva de Alcorcón y en cambio desde la Plaza de la Villa se tarda más de la cuenta a la hora de resolver los asuntos colchoneros. Lo importante es que el domingo, al menos, se pongan más autobuses y metros para ir al Vicente Calderón, que será una nueva fiesta.