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Recompensa tras 14 años de sacrificio

Este año estamos disfrutando de una Vuelta a España muy especial, con mucho espectáculo y grandes ciclistas. Como por ejemplo José Luis Arrieta, que consiguió ayer su segundo triunfo como profesional en 14 años, y el primero en una gran ronda. Además, su victoria significa la número 500 de los corredores españoles en nuestra carrera. Para mí es una inmensa alegría que un ciclista como él haya logrado este hito. El navarro es, sin ninguna duda, toda una institución dentro del pelotón. Un corredor que lleva 14 temporadas compitiendo al máximo nivel y trabajando para sus líderes con total esfuerzo, sacrificio y dedicación. Jefes de filas como Miguel Indurain y Alejandro Valverde han podido comprobar su dedicación a este deporte.

Si Arrieta no ha sumado más triunfos en su palmarés es por la mala suerte que le ha perseguido. En el pasado Tour de Francia ha rozado el palo en varias ocasiones y en esta Vuelta lo ha intentado también sin fortuna en varias etapas. Pero, a sus 35 primaveras, José Luis Arrieta ha visto recompensados todos sus años de sacrificio desinteresado. Por fin le ha llegado la gloria y me alegro, porque además de ser un gran corredor es también una gran persona. La muestra está en su dedicatoria: a su familia y a sus compañeros. Uno de ellos se emocionó junto a él en la línea de meta. Chente García Acosta, su socio durante 13 años en Banesto e Illes Balears, casi no contenía las lágrimas al ver que su amigo por fin había logrado una importante victoria que tanto merecía.