Pasamos de Superlópez a Superman
Hasta no hace mucho, la historia del deporte español vivía de recuerdos apurgarados por el tiempo. Material digno de un guión de 'Cuéntame'. El gol de Zarra a Inglaterra, la medalla de plata en baloncesto en Los Ángeles, el oro de Paquito Fernández Ochoa en Sapporo, la Copa Davis de Santana y cía, los triunfos de Ángel Nieto... Pero afortunadamente, de unos años a esta parte, el deporte español ha abandonado el blanco y negro y triunfa en color. Primero en tecnicolor y ahora en digital. Hoy en día nuestro Olimpo deportivo está lleno de imberbes talentosos, de cuya calidad dudamos periódicamente, en un ejercicio habitual de españolía: el Cainismo.
Hay quien duda de Nadal ("con los años perderá su poder físico"), quien desconfía de Fernando Alonso ("ya verás cuando no tenga un coche fiable"), y quien reniega de Pedrosa ("mientras esté Rossi..."). Eso también lo vivió Juan Carlos Ferrero, 18º en el ránking de la ATP, algo así como el Tiago Monteiro de la F-1 o el Gasol de la NBA. Sin valorar si es más Monteiro que Gasol, lo cierto es que Juanqui ha recuperado 70 posiciones ATP y va camino del Top Ten, su hábitat natural. Yo me resisto a olvidar aquel passing de revés paralelo a Hewitt que trajo la Davis a España 33 años después. En estos años hemos pasado de Superlópez a Superman. Quizás ese sea el problema.