Yo viví el éxito de la Selección
El Premio Príncipe de Asturias ha sido la culminación de una corta pero apasionante historia del equipo nacional. Yo he tenido el privilegio de ser testigo de la maravillosa odisea de ese ejemplar grupo de jugadores que nos han hecho sentirnos orgullosos de ser españoles. Como en todos los acontecimientos de carácter mundial, mi grupo de convivencia es el de los dirigentes iberoamericanos. Y puedo asegurar que desde el presidente de la Federación Argentina hasta el secretario general de FIBA Américas me dejaban clara la admiración por nuestro equipo. Especialmente los argentinos, que tenían muy claro que si Grecia ganaba a USA y ellos nos ganaban a nosotros serían campeones. Exactamente lo mismo pensaba yo, pero con España. Yo no quería una final con los americanos, y cuando Grecia los ganó, para mí el problema era sólo Argentina.
Ganamos a Argentina, según mi criterio favorecidos por una polémica decisión del entrenador que nos llevó horas de discusión con mis amigos. Y empezó el calvario de la lesión de Gasol. Absolutamente todo el Congreso de la FIBA me acosó a preguntas sobre su estado. El presidente griego Vassilakopoulos me aseguró que jugaría, y yo me aposté una cena a que ganaríamos sin él, con todo el temor del mundo. La Selección dejó una profunda huella de admiración por su juego -su defensa se estudiará en los cursos- por su calidad humana y por el maravilloso espíritu de equipo.