Mil goles y diez generaciones
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Ahora que está de moda zurrarle la badana a los del fútbol, quiero aprovechar la próxima celebración del gol mil de la Selección para reivindicar los centenares de momentos que la roja dejó en las retinas de millones de aficionados. Cierto que no nos hemos comido una rosca, pero cierto también que las emociones no sólo se cuantifican con galardones. Y esas debieron ser fuertes porque se han transmitido de generación en generación. ¿Cómo se entenderían si no las riadas de aficionados en plazas públicas de nuestro país en el pasado Mundial de Alemania cuando jugaban los de Luis? Si fuéramos tan mantas, la llama se hubiese apagado hace tiempo.
Dicho esto, coincido en que en el pasado Mundial no dimos la talla y que nos importa bien poco quién marque el gol mil porque lo de hoy es una pachanga. Sirve, eso sí, para que los internacionales con continuidad en los 20 últimos años superen los registros de otros históricos que igual tenían más fútbol y goles. Luis no llegó a la veintena de partidos con la Selección y eso que estuvo tres lustros en la elite.




