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Carta para un íntimo enemigo

Mal día para el fútbol coruñés. Tristán se rinde. Su abandono físico y su peculiar profesionalidad han enterrado a este futbolista cargado de talento (se le agoto la excusa). Dios da pan a los que no tiene hambre. Después de cuarenta meses arrastrando su desgana por los campos al amparo de agente pringones y periodistas palmeros, Tristán pagará su pena con el destierro. "Tristán y diez más", se decía no hace tanto.

Algo falla cuando Tristán no vale y Luque mendiga un equipo en España. Falla lo principal: el trabajo, la actitud, la profesionalidad. El centricorto catalán calienta el banquillo del Newcastle por 500 millones de pesetas al año. Más o menos lo que se llevará Diego de Riazor. Es lo que les queda, el dinero. De fútbol, nada. El balón coloca a todos en su sitio. Olvida la mariposa que antes fue gusano y, primero, capullo. Tristán quiso irse al Betis, pero Irureta se negó. Se irá al extranjero. Se marcha el George Best de La Algaba, el Príncipe del Orzán, que diría el amigo Gaspar Rosety. Apuesto a que sus palmeros le abandonarán ahora. Su talento no merece ese trato; su cabeza, seguramente. Suerte Diego, la vas a necesitar.