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Frente al espíritu gregario

Las cifras suelen ser tan esclarecedoras como despiadadas. En esta temporada se ha cumplido el 50º aniversario de la primera ascensión del Gasherbrum II, motivo por el cual se han arracimado a sus pies nada menos que 21 expediciones en busca de su cumbre, a la que han llegado 126 alpinistas. Desde allí habrán podido contemplar multitud de hermosas cimas a las que casi nadie ha prestado atención, como el Gasherbrum IV, el Masherbrum, el K7, el Latok, el Baintha Brakk, el Rakaposhi Hace no muchos años los alpinistas buscaban lugares donde hacer realidad esa máxima del alpinismo que lo define como el arte de hacer más con menos.

No tenemos que remontarnos a Bonatti o a Eric Shipton, capaz de organizar una expedición en una postal. A comienzos de los ochenta expediciones españolas intentaban rutas como la sur del Annapurna, la sudoeste del K2 o la sudoeste del Everest. ¿Dónde está hoy ese espíritu de aventura? Parece que una pulsión gregaria está adueñándose del alpinismo y la gente busca campos base donde practicar relaciones sociales, pisar lo que antes han pisado otros, aferrarse a la cuerda fija que otros han tendido. Dice José Antonio Marina que la inteligencia es "la aptitud para organizar los comportamientos, descubrir los valores, inventar proyectos, mantenerlos, dirigir nuestra actividad mental para ajustarse a la realidad y para desbordarla. Nuestra medida es la desmesura, lo que ha hecho de la historia humana la crónica de la grandeza El hombre posee una inteligencia creadora. Parece que no disfruta con la tranquilidad y que siempre pone el corazón más allá del horizonte".

Esta es la explicación no sólo del alpinismo, sino de nosotros mismos. Somos inteligentes porque tenemos una mirada inteligente. Esa mirada es el arma que nos redime de la ignorancia y nos enfrenta a la aventura de la escalada. Un ejemplo es la expedición de mis amigos Alberto Iñurrategui, Juan Vallejo y Ferrán Latorre en el Everest. Hemos hablado del lastimoso espectáculo que se organiza en la montaña más alta de la Tierra. Nos hemos atrevido a proyectar la mirada de la inteligencia sobre sus desmesuradas laderas en busca de otro camino donde dificultad y soledad sean las únicas compañeras de aventura. Lo hemos encontrado en la ruta Horbein. Será también nuestra modesta contribución al intento de rescate del Everest de ese espíritu gregario que lo tiene asfixiado.

Sebastián Álvaro es director de Al Filo de lo Imposible.