Oprobio en la Tacita de Plata
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Desde que Florentino huyera del Palco de Mallorca con cara de ira, no recuerdo un papel tan patético del Madrid. De eso hace medio año. Para Capello, la prueba gaditana era importante. Pues su equipo no pasa el corte. Diría más, las palmas de tango del Carranza se habrían convertido en bronca monumental en el Bernabéu. Porque el problema no es perder sino jugar sin el mínimo atisbo de ilusión. A Cádiz se había viajado, entre otras cosas, para recuperar afición periférica que se había despreciado con tanta gira asiática. Pues visto lo visto, era mejor seguir desaparecidos.
A mí no me gusta cómo juega el Madrid. La obsesión por controlar el partido, el abuso del pelotazo, la falta de improvisación en los puntas, los picapedreros del centro del campo, son su sello. Es cierto que tampoco reniega de los jugadores con clase. Pero entre un arabesco de Robinho y el pasecito atrás de Raúl, se quedará con esto último. Y la prueba definitiva es que se ha echado el resto por fichar a Diarra antes que a Kaká.




