Más orden y menos fantasía

Por un momento parecía estar viendo al Madrid indolente del final de temporada. Despiste defensivo, gol en contra, bajada de brazos y baile del rival. El espejismo duró cinco minutos, los que empleó Capello en dar cuatro voces. Emerson comenzó a barrer todo lo que caía en su ámbito de influencia. Raúl peleaba como siempre. Van Nistelrooy ejercía la presión con los centrales. Y en defensa se olvidaron de regalos y florituras. En esos primeros 45 minutos el único obsequio fue de un asistente inventándose un penalti. Ganaba el Real pero no convencía.

Con el precedente de Seattle hubiese apostado mi hacienda a que el juego mejoraría con Robinho y Baptista. Por mucho que se empeñe Capello, Robinho parece más dotado que Cassano para abrir espacios por la izquierda. También se atisba más letal Baptista cuando pisa área que el trabajo de un Raúl empeñado en bregar como un juvenil. Pero habría perdido la apuesta. Igual este nuevo Madrid se esta configurando para un juego más directo que el que ofrecen esos dos brasileños. Igual la llegada de Diarra los acaba sentenciando. Más control, menos fantasía. Fabio, de haber apostado, también habría perdido. Seis goles, tres de ellos en contra, atentan contra su modelo.