La Fiera es una estrella invisible

Escribimos poco de Maxi. Me he dado cuenta al empezar esta columna. Lleva año y medio aquí y, hasta su lesión, fue el rojiblanco más fiable la pasada temporada. Y casi ni nos dimos cuenta. Luego fue al Mundial como titular y a muchos les chirriaba. Un amigo argentino me decía que le sobraba en el once: "Que juegue Lucho González". O Messi o Aimar o Tévez o cualquiera de los suplentes con más prensa que coleccionaba la albiceleste. Quince días después, Maxi había sido el mejor de su selección, con su golazo a México como la imagen del torneo (Zidane, aparte). Y en el Atleti seguíamos hablando de Torres, de Agüero, del utillero. De Maxi ni mu.

En el espectro de futbolistas argentinos los extremos están claros. El que se quiere tanto que parece un publirreportaje de sí mismo y el que, de puro humilde, es casi invisible fuera del campo. Eso sí, cuando habla se le escucha. Maxi, como Leo Franco, es de los segundos. Casualmente, son los argentinos que mejor han funcionado en el Atlético en años. Se me ocurren pocas cosas mejores para Agüero que crecer bajo su ala. Si lo hace, nosotros hablaremos sin parar del Kun. Y Maxi, tan feliz, se dedicará a ganar partidos. Que es lo que de verdad le gusta.