Renault tiene que ponerse las pilas
Carlos Miquel se hacía el otro día sus propias cábalas aliándose con la lluvia en Suzuka e Interlagos para acercar un poco más el título a Fernando Alonso. Me veo solicitando al obispo de turno junto al bueno de Carlos y hasta con el mismísimo Briatore, secundados por toda la afición, una rogativa con carácter extraordinario para que llueva el próximo 8 de octubre en Japón y el 22 de octubre en Brasil y, por qué no el 27 de agosto en Turquía, el 10 de septiembre en Italia y el 1 de octubre en China. Que por pedir no quede.
Alonso ha entrado en la leyenda conduciendo en Hungaroring con una clase al alcance de fueras de serie sobre piso mojado, como Hill y Clark en Nurburgring en 1962, Stewart en el mismo circuito en 1968, Schumacher en Spa (1992) y en Barcelona (1996), y Senna en Estoril (1984), Silverstone (1988), Spa (1989) y en 1993 en Donington (la famosa 'vuelta de dios') y en Brasil (ganó con neumáticos de seco). Pero el inconveniente de la lluvia es que la carrera se convierte en una lotería. Pensar que puede ser la salvación con diez puntos de ventaja sobre Schumacher es hacernos el harakiri. Tampoco vale dedicarnos a ver juego sucio en el alemán clamando a la FIA su descalificación. La única rogativa es pedirle a Briatore, Renault y Michelin que se pongan al nivel de Alonso, y al de la tuerca, que se vaya a Ferrari.