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La chica rubia y el General

Si has estado locamente enamorado de una rubia despampanante, y si te traiciona, lo normal, lo que suele pasar, es que la próxima vez que te enrolles con una chica pecarás de un exceso de conservadurismo. Sacrificarás ilusión por seguridad. Así ocurre con el Real Madrid. Después de la borrachera, la sobriedad. Después del amor imposible, la chica que le cae bien a mamá. Después de la fiesta desmelenada de la era florentiniana, la disciplina militar. Si el coronel Cannavaro juega con la mitad de la valentía y eficacia que demostró en el Mundial, el Bernabéu se olvidará de temblar cada vez que el equipo contrario gane un tiro de esquina. El teniente Emerson es casi tan confiable como Claude Makelele en la misión de defender a sus propios defensores. Y el mayor Van Nistelrooy es una garantía de gol, aunque su amigo Beckham nunca, nunca dirá de él lo que dijo una vez de Zidane, que con la pelota en los pies era un bailarín.

Y en cuanto al fichaje más importante del verano, el general Capello, nadie jamás le ha acusado de sucumbir a la tentación de tirar la pizarra por la ventana y "poner a los mejores". Capello es el antiquijote; el resultadismo en estado puro. Lo cual no sólo no es malo, sino que es la única apuesta que le queda al resacoso, dolido y frágil Madrid en este momento de su historia. Claro, si el ejército madridista no gana un buen título esta temporada caeremos en la desesperación. Volveremos a las borracheras, a las rubias locas.