(++) El mito del erizo y la serpiente
El ajedrez es, en la derrota, el deporte más cruel. Advertía Emanuel Lasker, El Psicólogo del tablero: "Aquí la mentira y la hipocresía no sobreviven. El jaque mate desnuda a ambos". Muchos maestros murieron de hambre, como Kieseritzky, Zukertort o Mackenzie y otros acabaron en sanatorios mentales como Pillsbury o Steiniz. Miguel Najdorf, maestro argentino por quien La Bombonera de su amado Boca Juniors guardó un minuto de silencio tras morir de un infarto en un casino de la Costa del Sol, decía: "El ajedrez me enseñó a vivir, porque me enseñó a perder". Don Miguel...
Alexander Alekhine eligió morir sentado ante un tablero de ajedrez. Poético final para alguien que se batió con José Raúl Capablanca, el dandy cubano. Capa reducía sus partidas a la sencillez máxima para descarnar al rival con su talento. Tenía instinto animal: "Defiendo como un erizo y cuando atacó soy una serpiente. O doy un picotazo letal o asfixio al rival". ¿Y Fischer? Él comenzó a perder el día que ganado el Mundial, no tuvo nada más que ganar. Kasparov: "Bobby logró la perfección y tras lograrla, el resto carecía de interés". La frontera la marca el ++ (símbolo del jaque mate). Perder, sólo es el principio.