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El hambre y el estraperlo le hicieron ciclista

Bahamontes siempre trata de resaltar el mérito que tuvo su victoria en el Tour en contraste a los restantes triunfos españoles. A muchos les suena a celos, pero tiene razón. Bahamontes se hizo ciclista practicando el estraperlo. Iba con su bici por los pueblos y compraba harina, garbanzos y otras cosas a los aldeanos y luego los revendía en Toledo. Volvía con cincuenta kilos a la espalda y a pleno sol. Antes de eso había trabajado por la mañana en el mercado. Descargaba camiones y transportaba carretillas, hasta 150 kilos de provisiones, por las cuestas de Toledo. Esa fue su formación atlética de base.

Para un ciclista en la España de la posguerra cualquier cosa era un mundo. Y correr el Tour de Francia una aventura mayor que el París-Dakar. En el invierno de 1958, Bahamontes invitó a Coppi, Anquetil, Geminiani y Graczyk a una cacería en Toledo. Al terminarla Coppi le dijo: "Fede, lo que tenías que hacer es intentar ganar el Tour, es absurdo que te conformes con la Montaña". Al año siguiente Bahamontes se mentalizó. En lugar de perder tiempo en el llano, lo ganó sobre varios rivales al meterse en varios cortes. Eliminó a Charly Gaul y Bobet al atacar en un avituallamiento provocando otro corte en una etapa rompepiernas por el Macizo Central. Arrasó en la cronoescalada del Puy de Dôme. Y realizó una impresionante gesta en la etapa de Grenoble, junto a Charly Gaul, que le dio el triunfo en aquel Tour del 59. La victoria española más emotiva, dicen los aficionados más veteranos. Sin duda, la más imaginativa, la más combativa. Y, sobre todo, la primera. Eso nadie se lo puede quitar a Bahamontes.