Capello nunca se ha quedado corto en los equipos que ha dirigido
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Independientemente del gusto futbolístico de Fabio Capello, es evidente que allá donde va exige que le traigan lo mejor que hay en ese momento en el mercado. No se conforma con tener un once compensado, sino que quiere garantías en el banquillo también. En su día, Lorenzo Sanz se gastó lo que no tenía para que el técnico italiano aceptara el reto. Ahora, con la caja de caudales llena, Ramón Calderón deberá vaciarla para satisfacer el proyecto de su entrenador. Lo malo es que, a día de hoy, eso lo saben los clubes en toda Europa y cuando ven llegar a Mijatovic intentan abusar. Son las miserias de ser rico o, al menos, de aparentarlo. Lo que el club deberá vigilar ahora es que no se traspase la frontera que hay entre la necesidad y el capricho. Porque como todos, Fabio también tiene sus rarezas.
Los nuevos gestores del Real Madrid deberán aprovechar lo mejor posible los recursos existentes. Si miramos la configuración que hay en la plantilla, nos encontramos con una herencia de cuatro jugadores que son internacionales brasileños, tres españoles y un inglés, que no es moco de pavo. El grupo podía estar descompensado, pero no urge llevar a cabo una revolución total. Fabio Capello no necesita demostrarle a nadie sus dotes de mando pidiendo tener a sus órdenes a más jugadores de la cuenta. Su sueldo de galáctico, lo que se ha pagado ya por dos jugadores de la Juventus que sobrepasan los treinta años y la declaración de intenciones que hizo su presidente diciendo que no está dispuesto a meter las narices en el vestuario, deberían ser suficientes. Tan peligroso resulta un entrenador ninguneado como otro que se cree capitán general.




