Lo mejor y lo peor de los hombres
Nos hemos adentrado en la Karakorum Highway y de nuevo se ha adueñado de nosotros el asombro ante esta obra de ingeniería abierta a golpe de pico y sudor de miles de obreros chinos y pakistaníes contra la lógica y la inmensidad de este reino de montañas. Cuando un atasco nos da un momento para bajarnos del autobús y mirar hacia lo que hemos recorrido, no podemos dejar de admirar esa línea serpenteante que recorre como una vena la piel granítica de este gigante rocoso sin parangón en el mundo. Y también apreciamos su insignificancia frente a los verdaderos escultores que tallan este paisaje. Allá abajo ruge el Indo, abriéndose camino desde hace milenios. Aquí y allá descubrimos vestigios del terremoto que hace un año se llevó a 73.000 personas y borró del mapa pueblos enteros. Esas fuerzas telúricas capaces de enterrar valles ante la que te sientes pequeño como una hormiga. Todo es desmesurado: ríos, cumbres, valles... Y sin embargo, los hombres se han empeñado en dejar testimonio de su paso. Así, los petroglifos en Chilas nos recuerdan la intensa influencia budista que un día recorrió la Ruta de la Seda. Hoy también son triste testimonio del fanatismo que maltrata a los hombres, de Londres a Madrid pasando por Chilas y Pakistán. Nos hemos encontrado los grabados machacados y en el suelo, como otro símbolo de la incivilidad que acompaña a los fanáticos, la placa del gobierno de Pakistán explicando su importancia histórica. Probablemente ha sido destrozada por esos bárbaros a quienes les gustaría volver a la Edad de Piedra. Y probablemente hayan justificado su agresión como una venganza por la guerra de Irak o algún otro conflicto en Oriente. La Historia de la humanidad demuestra que excusas nunca han faltado a los que no toleran la diferencia. Pero ver al Indo rugiendo al fondo de su Gran Cañón te redime de los sinsabores terrenales. Y cuando recuerdo que un día bajamos en kayak por "eso", toreando a porta gayola una fuerza desatada de la naturaleza como es este río, me siento un poco mas optimista con la especie humana. Lo cierto es que somos capaces de lo mejor y de lo peor.