Lo que también nos puede enseñar la montaña
Estos primeros días caminando por el Karakorum a solas, con mi mochila al hombro y la cabeza deambulando por el mundo de las montañas más bellas de la Tierra, he reflexionado sobre lo mucho que nos puede enseñar la montaña, incluso lejos de ella. Un suceso de hace unos días nos lo ha demostrado. Su protagonista, un escalador llamado Vicente Sánchez. Vicente no se lo pensó dos veces. Se lanzó ladera abajo en dirección al camión que ardía al fondo de un terraplén de la Nacional I. Sacó a Rubén de la cabina destrozada y se lo llevó a hombros hasta un pilar del puente para protegerse de una posible explosión. Allí falleció el camionero, pese a los esfuerzos del rescatador y de un técnico de la Cruz Roja, que también se había lanzado a la ayuda.
Muchos habrán visto la secuencia de fotografías publicada hace unas semanas en El País en la que narraba este accidente y la intervención de este joven secretario de salud laboral de CC.OO. Mientras otros contemplaban paralizados las llamas de más de 20 metros, Vicente Sánchez y Ramón Callejo, su compañero de escalada, no se lo pensaron dos veces y decidieron actuar. Como él mismo ha declarado, ha sido su experiencia en montaña lo que les permitió saber qué hacer y cómo hacerlo, porque: "...en la montaña siempre pasa algo". Nos empeñamos en vivir una impostura de sociedad hiperdesarrollada en la que nos creemos a salvo. Idolatramos al acero, el cristal y el hormigón pensando que tras ellos estamos protegidos de los vaivenes del azar, de las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, una y otra vez un manotazo de la realidad nos demuestra nuestra fragilidad dejándonos estupefactos e inermes ante el espectáculo de su poder. La montaña, que tanto amamos Vicente, un servidor y mucha más gente, nos enseña lo insensato de mantener esta falacia.
En la montaña te encuentras a solas con tus fuerzas, ante tus propios límites, enfrentado a tus decisiones y a tus miedos. Sin excusas, disfraces ni subterfugios. La montaña, la aventura, nos desnuda. Nos devuelve nuestra propia dimensión al relativizar lo que somos y sobre todo lo que tenemos. Y por ello mismo nos ayuda de forma decisiva cuando vienen mal dadas en un recodo de la existencia. En la montaña vuelves a ser ese primate inteligente luchando por abrirse camino. En esa lucha (en esto también la montaña es una excelente maestra) aprendimos la importancia esencial de la solidaridad, de la que nos ha dado un soberbio ejemplo Vicente y sus compañeros en el rescate de Rubén. La vida gusta de hablarnos a golpes. Así que, y como Vicente ha dicho, lo decisivo es "cómo reaccionar ante el problema." Cosas como éstas se aprenden en el universo de las montañas.