Gallardón no nos toma en serio
Consiguió que ir a ver un partido a un Vicente Calderón cercado por las obras se convirtiera para el aficionado en una experiencia realmente desagradable. Después quiso alquilarnos La Peineta de modo que fuéramos nosotros los que sufragáramos el coste de la terminación del estadio olímpico. Y ahora pretende que juguemos en el Santiago Bernabéu. Con esta provocadora e inasumible propuesta, demuestra cuál es el grado de desconocimiento que tiene de los sentimientos que nos mueven a los atléticos. Está claro que hay razones que la razón del alcalde no termina de entender. Yo le recomendaría que tuviera algo más de respeto por una afición con la que debería de ser mucho más considerado como alcalde que es de todos los madrileños.
No suele dedicar palabra alguna elogiosa hacia el Atlético y su afición. Pero se le llena la boca cuando habla del Real Madrid, al que no duda en calificar como el mejor embajador de nuestra ciudad. Los aficionados aún estamos esperando sus disculpas por las molestias que están causando sus obras y que nos tenga en cuenta cuando habla de los intereses de su proyecto para que abandonemos el Calderón. Ni disculpas, ni la más mínima solidaridad con una decisión traumática para decenas de familias que tienen al Calderón como parte de sus vidas. Irnos a La Peineta solo puede reportar ventajas. Si Gallardón topa con unos duros negociadores, tal vez empiece a tomarnos más en serio. Cerezo y Gil Marín deben negociar de forma implacable.