La risa falsa suele tener la lágrima fácil
Las lágrimas ya no son lo que eran. Ahora llora cualquiera, sin razón ni fundamento. Y las lágrimas deberían tomarse más en serio. Los consternados paisanos de Roberto Heras lo hacían en su Béjar natal al conocer la implicación en un caso de dopaje de su vecino. Se echaron a la calle para defender su inocencia, que él había proclamado a los cuatro vientos. ¿Qué pensarán ahora al ver en el informe de la Guardia Civil que Heras "dio a Yolanda Fuentes 5.6000 euros (5.000 en concepto de cuota por la planificación anual y 600 por EPO)? ¿Llorarán de rabia? ¿Y él, ¿llorará de vergüenza?
Otro que lloró, y bastante según parece, fue Manolo Saiz. Cuentan que la noche que fue detenido la pasó en el cuartel de la Guardia Civil llorando desconsoladamente. Eso sí, según reza el informe, entre sollozo y sollozo cantó echando el muerto a su gente. Declaró afligido que Heras, Nozal, Serrano y Vicioso insistieron en trabajar con Fuentes. Por motu propio. Un final digno del personaje. Caída a los infiernos arrastrando a su gente. ¿Eufemiano? No sabemos si sabe llorar. Intuyo que sí, porque hasta su colega el malévolo doctor Menguele lloró. Lo hizo pidiendo socorro mientras se ahogaba anciano él en una playa de Brasil. Y también lloró Al Capone el día que tuvo que superar su pánico atroz a las jeringuillas, accediendo a ponerse una inyección para paliar la sífilis que le contagiaron en la cárcel. Porque llorar, lloraremos todos tarde o temprano. La risa falsa tiene lágrima fácil por eso, sean sinceros, cuando lloran y cuando ríen. Y no olviden: Quien ríe último, ríe mejor.