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Lamikiz se entrega a los profesionales

El Athletic tiene miedo a meter más veces la pata. No me extraña. La directiva no encuentra el punto de estabilidad necesario para que sólo se hable de fútbol, de Yeste, de Iraola, de Llorente, de Javi Martínez, de qué portero jugará... No hubo más que soportar la gris presentación de ayer, a la chita callando, sin megafonía, sin dosier de jugadores, sin aplausos. Ni siquiera se realiza ya en el campo que tiene tribuna en Lezama, donde al menos a los sufridos aficionados no les da el solazo. Desde la lluvia de tomates a Lertxundi por traspasar a Alkorta al Real Madrid existe cierto recelo a abrir San Mamés para la puesta de largo de los leones. Arrate, gracias a los primeros años de bonanza de manos de Luis Fernández, aguantó una tradición que se ha ido perdiendo con saltos en el tiempo. Es un síntoma de mediocridad. El otro aire que pretendía dar Lamikiz a un club deteriorado por la sequía de resultados y algunas decisiones ha pintado un panorama peor. Después de su fracaso con Mendilibar, del golpe de estado de Clemente, se ha entregado a los profesionales.

Ahora manda un núcleo de poder claro: el gabinete formado por la dirección deportiva, los médicos y el delegado Txato Núñez, todos ellos vigilados por el directivo Gorka Izagirre. De allí salió la apuesta por Sarriugarte, al que Lamikiz presentó a su junta ya convencido por ellos como alternativa. Es una apuesta por el todos a una, por una idea. El presidente, consciente de que el club está dividido, se la juega a que la pelota entre. No buscó un golpe de efecto. Lo pudo tener en junio. Deschamps hubiese venido. Ayer, le fichó la Juventus.