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El Atleti y los fantasmas de Mr. Scrooge

A veces lo difícil no es que lleguen, es que se vayan. Un mal momento da lugar a una noche tonta, unas copas, una decisión absurda y un despertar en la compañía equivocada. El Atleti ha sido muy fácil los últimos años. Demasiado. Tan necesitado andaba que cualquier futbolista (o similar) con cierto interés por jugar en el Calderón era recibido con los brazos abiertos. Mucho fichaje poco meditado que luego no hay quien se quite de encima. Por eso ahora, cuando al fin la plantilla tiene nivel y empaque, era vital soltar lastre e Ibagaza, Velasco y Colsa representaban todo lo malo del caos anterior.

Todos aplaudimos la llegada del Caño. Era el hombre deseado, el salto de calidad, pero... Pero últimamente ha sido un chollo jugar en el Atleti: gran sueldo, poca exigencia y la culpa siempre del empedrado. Ibagaza se pasó dos años racaneando esfuerzos y sólo espabiló en busca de un nuevo contrato. El club fue un pardillo renovándole, ya que era evidente que nada más firmar se acabó el correr. Dicho y hecho, tres meses después le ha tenido que vender. Velasco es el fichaje más absurdo de la década: cuatro millones por un futbolista con problemas crónicos y conocidos de espalda, que no le ha ganado una carrera ni a un linier durante su estancia en Madrid. Ahora se va gratis. Dinero tirado. A Colsa le masacraron los mil bandazos de la planificación deportiva, convirtiendo a una promesa en un alma en pena. A su manera, ellos son los tres fantasmas que visitaron al señor Scrooge. Ahora el Atleti está sobre aviso. Si vuelve a caer ya no será un mal momento, será vicio.