TAS: laguna judicial, UCI: connivencia
El Tour no quiere en sus carreteras nada que huela a Manolo Saiz y por eso se agarró al artículo 2.15.262 de la UCI para expulsar al Astaná-Würth ("se puede vetar a un equipo si daña gravemente la imagen del ciclismo o la carrera"). El problema es que el Tour no tiene esa potestad que sí corresponde a la UCI, o en su defecto al TAS, que se ha encontrado con una patata caliente. Su posición es de equidistancia entre la UCI del permisivo McQuaid y la vehemencia del enérgico Tour. No juzga si se dopan o no, juzga si el Tour puede vetar al Astaná. Y dice la legislación que no puede.
La decisión de admitir al Astaná extraña por su premura no por su signo favorable a Saiz. No estaba previsto el fallo del TAS hasta hoy por la mañana, coincidiendo con el anuncio del Tour de expulsar a los implicados en la Operación Puerto. El TAS se ha adelantado a la tempestad que desatará el Tour. Ayer nadaba contracorriente, hoy se habría topado con un tsunami. La UCI ha escurrido el bulto y el TAS se ha quitado el muerto de encima amparándose en las lagunas de una legislación miope que desde ayer lo es menos en España gracias a la Ley Antidopaje. El TAS no es sospechoso, pese a sus prisas. Algo que no se puede decir de la connivencia de McQuaid y su UCI.