El Tour siempre ha actuado con mano dura, no como la UCI
El Tour siempre ha luchado contra el dopaje de forma tajante. Sólo hay que recordar el caso del Festina, o el del Kelme hace dos años. Nunca les ha temblado la mano. Recuerdo cuando participé en mi primer Tour, en 1970. Tuvimos que dormir todos los corredores del pelotón en un barracón militar, todos juntos, en camas pequeñas y con sábanas de papel. Eddy Merckx ya había ganado el Tour anterior e iba líder en ése con más de siete minutos y decidió marcharse a un hotel con todo el equipo Molteni. A las doce de la noche volvieron todos. Jacques Godet, el director del Tour por entonces, les había dicho que si no dormían con todos los demás, no hacía falta que se presentaran a la salida el día siguiente.
Recuerdo, también por los años setenta, como los comisarios del Tour avisaron a un grupo de casi 50 ciclistas que tenían que avivar el ritmo para llegar antes del cierre de control en una etapa que acababa en Alpe d'Huez. Como eran tantos, creyeron que no los iban a eliminar. Pero los echaron a todos y entre ellos había gente importante. Entonces fue Félix Levitan quien dijo que para el Tour era un orgullo llegar con un pequeño pelotón a París, porque eso quería decir que en esta carrera nunca había trampas.
Y tampoco se casan con las figuras francesas. El mismísimo Bernard Hinault criticó al Tour por meter etapas en el pavés de Roubaix y Levitan dijo que Hinault necesitaba del Tour, pero el Tour no necesitaba a Hinault. Yo confío que al Tour tampoco le tiemble esta vez la mano y si tiene que echar a figuras como Basso o Ullrich, lo haga. Con los que queden el Tour siempre será bonito. Y la UCI debería aprender del Tour, porque ella no mide por el mismo rasero en el dopaje.